jueves, 22 de diciembre de 2011

Una vez más.

Aún faltan 9 días para que finalice el año. En este 2011 aprendí más cosas que años anteriores, una de ellas fue  la decepción. Me decepcione de mí, de todo lo que había dejado, los amigos, la escuela, la familia. Me decepcione del amor, de lo que creí que era, de lo que nunca sucedió, de esas promesas, del tiempo invertido, de la cobardía, de la fe en alguien que no existió. Me decepcione de la amistad, de las palabras, de sus acciones, de su poca creencia en mi persona, de sus reclamos tontos, de sus arrebatos sentimentales. Hoy me he decepcionado de otras personas, no podría ponerlos en una categoría concreta, pero tampoco pensé que fueran a hacer lo que hicieron, pero me decepcionó aun más su falta de honestidad, mentir para ya no contar con tu servicio, me decepciono la forma, la acción, ese hecho con el que según ellos "me dieron vacaciones".

Pero... allá ellos, sé como actúe y porque hice lo que hice. Esta entrada es para recordar que sí este año hubo decepciones, no podía faltar una última; pero ya con varias en la lista, el impacto de las cosas disminuye notablemente. Sí la decepción abundó en el 2011, eso me enseño a que las personas por mucho que uno las aprecie y las quiera tendrán errores, a diferentes niveles, unos tolerables y otros que definitivamente pueden lastimar. No guardo rencor, porque eso también aprendí, así que no esperemos mucho de todos, pero tampoco juzguemos sin conocer, son las reglas de la vida, son las formas del juego y no siempre lo haremos bien. Las rosas también tienen espinas

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